El cepo al giro de dividendos al exterior forzó la reinversión de las empresas de capital foráneo.

Según el Indec, en el tercer trimestre de 2012 la inversión extranjera directa (IED) descendió al equivalente a u$s2.101 millones. Significó sendas bajas de u$s358 M en el trimestre y de u$s900 M en un año.

Los responsables de esas declinaciones, pese a la abundante oferta de fondos disponibles en el resto del mundo, fueron la brusca caída de los aportes de capital del sector privado no financiero de u$s1.175 millones en el segundo trimestre a u$s578 M en los meses siguientes.

Un año antes también se había verificado una merma de esos orígenes, probablemente por cuestiones estacionales, pero entonces la merma había sido menos marcada, apenas u$s245 millones.

Por el contrario, se sostuvo por arriba de los u$s1.500 millones por trimestre el componente reinversión de utilidades generadas dentro del territorio nacional. Como se trata de recursos generados por empresas de capitales foráneos la estadística los clasifica como IED.

Se trata de un criterio internacional y por tanto no amerita objeción.

Cambio relativo

Sin embargo, no parece ocioso resaltar que, a diferencia de años previos, donde ese aporte era uno más en la estructura de la IED, ahora pasó a constituirse en la pieza clave de sostén del ingreso de capitales externos al proceso productivo y comercial en el país.

De un promedio de menos de 40% en 2011 alcanzó entre julio y septiembre a más del 70% del total.

La razón de semejante impulso no es otra que la prohibición que impuso el gobierno nacional al giro de utilidades al resto del mundo por parte de las empresas, en particular por parte de las empresas cuyos socios mayoritarios y casas matrices están radicados fuera del país.

Si las condiciones para invertir en el país fueran favorables, más aún considerando el alto grado de ociosidad que mantienen sus recursos naturales, tanto en el agro como en la minería y en particular en el sector energético, el flujo de ingresos de capitales extranjeros fluiría con singular fuerza, como ocurre hacia Brasil, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, por citar algunos ejemplos cercanos.

Sin embargo, en la Argentina se ha decidido “vivir con lo nuestro” y, a pesar de que técnicamente se denomine inversión extranjera directa a la reinversión de utilidades generadas dentro de la frontera, con cada vez mayor uso de insumos nacionales y mano de obra local, la lectura fina de las propias estadísticas del Indec da cuenta de que día a día el país se aleja del radar del mundo.

La estatización de YPF en abril y el megaplan de inversiones que para el quinquenio presentó el CEO de la petrolera, Miguel Galuccio, 100 días después, aún no han logrado seducir a los inversores del resto del mundo, más allá de las firmas de cartas de intención a comenzar a ejecutar en el 2013, con la mira puesta en el atractivo del alto potencial que ofrece la reserva hidrocarburífera de Vaca Muerta.