La dinámica de la disputa…

La dinámica de la disputa que mantiene con el intendente de Antofagasta de la Sierra Carlos Fabián empujó al senador del departamento homónimo, Luis Rodríguez, a promover en la Cámara alta el postergado debate sobre la reforma de la ley de distribución secundaria de las regalías mineras. En el horizonte están las elecciones del año que viene, en las que Rodríguez tratará de retener la banca. En pos de ese objetivo, aprovecha los flancos de Fabián, que son muchos, para desgastarlo. Pero al margen de las motivaciones de Rodríguez, es interesante cómo el cambio de roles desde diciembre, cuando los radicales pasaron a la oposición y los peronistas al oficialismo, abre el debate a cuestiones que el radicalismo en el poder se negó sistemáticamente a discutir. Ésta de las regalías y su administración es una de ellas.

Rodríguez, junto al belicho y también radical Ricardo Castellanos, propone que el dinero de las regalías que la ley destina a los municipios deje de depositarse en forma automática y se libere contra proyecto aprobado por el Tribunal de Cuentas. De este modo, los intendentes no podrían derivarlo a obras e iniciativas no autorizados por la ley, como hacen ahora, para especular con los mecanismos y plazos administrativos y judiciales al momento de justificarlos, por no hablar de las limitaciones del Tribunal de Cuentas para ejercer un control eficaz. “Hay que terminar con la picardía, porque ahora se les deposita el dinero, lo gastan y si recién después se acuerdan lo justifican. Es una picardía, porque quieren tener la plata a disposición bajo el colchón”, argumenta Rodríguez. Una pena que la idea no se le haya ocurrido antes, cuando era su partido el que administraba el erario. En esos tiempos de boinablancas en Sarmiento y República, ningún correligionario hubiera osado desafiar la voluntad política del Poder Ejecutivo, que se negó a reglamentar la ley de regalías a pesar de los múltiples planteos que en tal sentido hizo el por entonces opositor peronismo, que ahora, ya oficialista, espera señales claras de la Casa de Gobierno antes de asumir una decisión.

Podrá reprochársele a Rodríguez lo tardío de su reacción y el oportunismo, pero esto no significa que el debate que propone no sea pertinente. Es claro que los radicales pagan un costo por las incoherencias en que incurren al exigirle al Gobierno peronista lo que ellos no hicieron. Sin embargo, el cambio de roles también funciona al revés, y al peronismo lo condicionan a su vez las aguerridas posturas tendientes a transparentar el gasto público que sostuvo en el pasado, cuando era oposición. En el caso de las regalías mineras, planteó más de una vez establecer parámetros específicos para la inversión no sólo de las comunas sino también del propio Poder Ejecutivo, además de la conformación de los fondos fiduciarios que la misma ley sugiere. Estas iniciativas parlamentarias no les caían muy bien a los jefes comunales peronistas que usaban la renta minera con los mismos elásticos criterios de sus colegas radicales, de modo que tenían un mérito adicional. A ellos se suma el compromiso explícito de campaña, reiterado ya en el Gobierno, de generar instrumentos para la inversión racional de la renta minera. Si es por las declaraciones públicas, radicales y peronistas coinciden en la necesidad de reformular el sistema de las regalías y las utilidades mineras para sustraerlas del agujero negro de los gastos corrientes.

Al radicalismo le corresponde, de cualquier manera, la responsabilidad histórica por el dispendio de la renta minera catamarqueña durante más de 15 años, ocho de ellos bajo la ley de regalías. El despilfarro era público y notorio, más que evidente, por lo que no hay modo de justificar una tolerancia que, así, deviene en lisa y llana complicidad. Y tardía como la reacción de Rodríguez y la UCR ahora opositora es la de la Justicia, que recién apura las causas por eventuales malversaciones de estos fondos, pese a las manifestaciones periódicas del derroche, muchas de ellas grotescas. Bienvenido sea el afán de prolijidad administrativa de la hora. Acaso las ansias de redención boinablancas se encuentren con alguna coherencia peronista para que los millonarios recursos de la minería detonen un proceso de desarrollo.

El Ancasti – Catamarca

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